I
Eugenio Derbez tuvo cuatro hijos con cuatro mujeres distintas. Ninguno de ellos parece que emulará su éxito; aunque sí, se le pegaron para tratar de sacar a flote sus enmohecidas carreras.
Guste o no, este personaje, Derbez, es considerado el mejor cómico de la última década, pero también hace trabajos a conciencia en Hollywood. Comenzó con pequeños papeles y después halló con amigos inversionistas la posibilidad de financiar sus propias películas, con guiones hechos por él. Su idea siempre fue ser actor dramático, pero el destino lo arrojó a las fauces de la comedia, de la que quiso desprenderse una vez que llegó al trono de la fama. El problema es que sus hijos no heredaron el deseo de trabajar duro para ganar crédito. La bandeja de plata en la que recibieron todo los llevó a ser perezosos, fútiles y con una cuestionable capacidad artística.
Por ejemplo, uno de sus hijos, José Eduardo, cobró notoriedad porque en una serie —hecha por su padre, por cierto—, le lloró como en funeral a sus pantalones desgastados que debía tirar en Marruecos, lugar dónde grababan. Víctima de las críticas salió a aclarar con elocuencia de junior subestimado.
“Eran muchos días, y cuando estás de tu casa o amigos te vuelves más sensible; más aparte sí soy apegado a cosas… sí materiales pero no” (sic).
Para no repercutir en confusiones tornó a decir: “un ejemplo, tirar mi control remoto, me dolería porque está conmigo todo el tiempo, ha estado conmigo en mi cama, o sea sí me duelen esas cosas”.
Este hijo de Derbez quizá es el que tenga más tela para un diván psicológico. Fue el más estigmatizado de las relaciones que tuvo al prohibírselo ver en su niñez. Lo procreó con la actriz Victoria Ruffo, quien le cerró las puertas por un odio enconado hasta llevarlo a los tribunales. José Eduardo, que de paso no lleva el apellido Derbez, dice tener traumas debido a la separación de sus padres.
El periodista Jorge Carbajal, con veinticinco años de experiencia en el ámbito de espectáculos, logró definirlo como un chamaco que tiene serios problemas de desenvolvimiento: “José Eduardo es el peor. Está en el Youtube y alcanzó un millón de suscriptores al echar a pelear al papá y a la mamá, eso fue todo. Lo veo grave porque ha recibido oportunidades como ser conductor en el programa Hoy y no duró ni un mes, lo botaron por no saber hablar. Si tiene talento es momento de que lo demuestre, ya tiene más de treinta años”.
De tal forma, encontró una definición para la tercera generación de la familia Derbez: “Creo que les falta un empujón, así como su padre estuvo en una etapa de comodidad, ahora ellos se encuentran en el confort del apellido y el dinero”.
Aislinn Derbez es la primogénita del actor, la tuvo con Gabriela Michel. Nació en 1987. Estudió en la School of Visual Arts de Nueva York y regresó a México acunada por su papá quien le permitió incursionar en episodios del programa La Familia Peluche. Hizo películas mexicanas con algunos papeles protagónicos.
“Ha obtenido oportunidades porque es guapa, tiene personalidad, pero no el talento de la abuela Silvia Derbez, no se le nota para la edad que tiene; sin embargo, cumple con los requisitos que pide el cine mexicano. Ella tendría que pensar en hacer algo más trascendente y se está durmiendo”, recalcó Jorge Carbajal.
Vadhir Derbez fue el segundo hijo. Fruto de otra relación tormentosa y ambigua con Silvana Torres Prince. Es mayor por apenas catorce meses que su hermano, José Eduardo. Fue bautizado con el nombre de Derbez ya que sus apellidos son González Torres. Ganó dos shows de baile con canto y participó en varios programas, incluyendo por supuesto, los que producía su padre.
“Está metido en Tik Tok, y redes sociales, se clasifica como influencer, pero ser hijo de Eugenio Derbez te convierte en automático en influencer, no es un gran avance, si fuera una persona desconocida, se le aplaudiría, pero ha tenido el camino allanado, sin duda se ha ayudado de su padre”, definió Carbajal.
Pareciera que en eso de la paternidad y las relaciones amorosas, Eugenio Derbez tiene la ubicuidad. La última relación, según ha demostrado, es la más estable, con la excantante, Alejandra Sánchez, o Alessandra Rosaldo, como se hacía llamar, con quien se casó y formalizó todo lo que en su disipada vida de joven no quiso. Con ella tiene una hija de seis años, Aitana.
“Todos tuvieron una distinta educación y ellos creen que su papá no les puede decir nada. Van por el rollo de ‘lo que no me diste de chico, ahora dámelo de grande’ y disfrutan eso. No fue un padre normal, él lo ha dicho”, señaló Carbajal.
II
Vayamos al principio. Eugenio González Derbez fue hijo de la actriz Silvia Derbez, protagonista de películas como Allá en el rancho grande (1936) y de la telenovela Senda prohibida (1958), la primera que produjo Televisa.
Tuvo dos hijos con el publicista Eugenio González. Invariablemente adquirieron un sello, la primera se llamó Eugenia y el segundo Eugenio. Ambos quisieron ser actores, a lo que el padre se opuso, pero Silvia Derbez empujó para que siguieran sus pasos.
Allá por la colonia Del Valle vivía esta familia. Tenían departamentos en varios puntos del barrio y los alquilaban para tener una buena posición económica. En esa zona Eugenio estudió la secundaria y preparatoria siendo blanco de burlas.
“Siempre se mofaron de mis orejas, me apodaban así, ‘El orejas’. No era algo que me gustara, pero tampoco sentí que me lastimara. Era bullying no a un grado traumático”, declaró el actor.
Jorge Carbajal estudió en la Academia que erigió Silvia Derbez. Un día apareció la actriz envuelta en un silencio pasmoso para comunicarles que tenía una enfermedad, el cáncer de pulmón le había sido diagnosticado y entonces legó en su hijo el seguimiento de las clases. “La escuela se llamaba Derbez-Michel porque su socia era Gabriela Michel, que era la esposa de Eugenio y madre de Aislinn. Ella se dedicaba a dar clases de danza y Silvia al ya no poder seguir, nos presentó a Eugenio”.
A los veintisiete años, Eugenio participaba como secundario en el programa de sketches cómicos,¡Anabel!. Junto a otros actores como Carlos Ignacio y Mario Bezares se plantó frente al salón y no emitió sonrisa alguna. Serio, encrespado e irrestricto a su deseo interno, comenzó a dar actuación dramática, pues eso es lo que realmente quería hacer con su carrera.
Carbajal cree que la muerte de Silvia Derbez, despertó en Eugenio un chispazo porque cargaba el lastre del apellido, “o lo engrandecía o lo desaparecía”. Era el junior cómodo que había pedido una oportunidad al productor Enrique Segoviano, famoso entre otros por realizar el Chavo del Ocho.
“Muchos se burlaron de mí porque quería ser actor, dijeron: ‘el junior de Silvia está deseoso de actuar, qué raro’. Una vez, llevé mis fotografías a Televisa para que los productores me dieran un chance. Después de unos días de no recibir respuesta, varios chicos y yo tomábamos un refresco y vimos que en el bote de la basura había fotos de los rechazados, y ahí estaban las mías”, confesó Eugenio Derbez.
Decidió dejar el programa ¡Anabel! en 1993. Resulta que el productor Enrique Segoviano era quisquilloso con la disciplina. Para él, que los camarógrafos o gente de piso se rieran, resultaba lacerante para su trabajo.
“No me gustaba que todo fuera serio. Entonces hacía reír a propósito a los del staff para que se enojara la producción. Hasta que un día, Anabel Ferreira me jaló a un rincón, me dijo en tono cortante que ya no quería que hiciera chistes. Me sorprendí, le expliqué que era para aportar y me tiró estas palabras: ‘papasito, ¿si sabes cuál es el nombre del programa? Anabel, aquí la estrella soy yo. Algún día tendrás tu programita’, pero eso me lo dijo de una forma irónica, entonces entendí que ahí no era mi sitio”, contó el actor.
Además, ese tremedal en el que estaba laborando se vio enredado en un promiscuo horizonte con la vida amorosa que comenzó a llevar. En la escuela de su madre conoció a Gabriela Michel, una mujer que se especializó en locución, doblaje y danza. Se casaron y de esa relación nació Aislinn.
Para Eugenio Derbez el amor no era una frugalidad ascética. “Humor mata carita. Puedes ser el más gordo, el más feo, el más pobre, el más bajito o el más adinerado, pero si haces reír a una mujer no estarás nunca solo”, platicó en alguna ocasión.
Él buscaba el amor libre, tener relaciones y nada que lo inmiscuyera con hijos, por eso cuando Gabriela Michel le avisó que tendrían un bebé, huyó de la casa y del compromiso.
El divorcio fue inminente y las rencillas afloraron. Aislinn Derbez cuenta que aunque tuvo una relación cercana con su padre, siempre debía esquivar los puyazos que escuchaba en casa con su madre.
“Ella me decía que mi padre no me quería, que no deseaba que naciera, que cuando supo del embarazo pidió no tenerme y cosas difíciles. Así fui creciendo hasta que viajé a Nueva York buscándome a mí misma. Me metí a todas las religiones, al budismo, al cristianismo, al judaísmo, con los católicos, con protestantes, todo lo que me encontrara porque quería encauzar mi vida”.
Aislinn tenía un año cuando su padre inició un nuevo romance. Esta vez con Silvana Torres Prince. Derbez presumía este atributo de convertir los encuentros en concomitancias favorables para su amor. Participaba en ¡Anabel! y en la telenovela Dos vidas mientras encontró en un evento a su futura novia, una cantante y bailarina que esa noche daría un breve espectáculo con su grupo. Ahí fue donde Eugenio le pidió el teléfono y la enamoró con sus detalles.
“Duré con él casi cuatro años ―reveló Torres Prince―, fue algo formal. Iniciamos en 1988 y tuvimos un episodio triste porque perdimos un bebé. Luego, en febrero de 1991, nació Vadhir, pero a los pocos meses mandé a volar a Eugenio por infiel”.
Silvana aceptó ponerle Derbez como segundo nombre. El niño, de gran parecido físico a su madre, estaba ya en casa cuando Derbez coqueteó y consiguió atrapar en sus redes amorosas a la actriz Victoria Ruffo.
“Mi hijo tenía cinco meses cuando Victoria Ruffo se embarazó de Eugenio. No lo creía, pero cuando lo confirmé le dije, ‘adiós, vas a tener que empacar tus trapitos’, porque además él estaba viviendo en mi departamento, no soy de las que se aguantan esas cosas”, afirmó Torres Prince.
Con dos hijos a cuestas, pero lejos de ellos, Eugenio Derbez tenía otro compromiso. Era la situación análoga de las anteriores cuando comenzó, quizá, su peor tormento. Al poco tiempo del nacimiento del tercer hijo, vino el problema. Una supuesta boda falsa fue un anecdótico momento en esta historia. Ruffo era de las actrices de renombre en la empresa de televisión y Derbez apenas empezaría a labrar un éxito como estelar en programas de comicidad.
Aquí hay una inflexión. Dos versiones que desataron el trauma psicológico del más atrasado de la dinastía Derbez. Lo llamaron José Eduardo Eugenio González Martínez del Río. Los apellidos son los de Victoria Ruffo cuyo nombre completo es María Victoria Eugenia Guadalupe Martínez del Río Moreno-Ruffo.
“Hubo una boda de broma ―explicó Eugenio Derbez―. Ella era famosa y discutimos qué íbamos a decir a la prensa. No queríamos chismes, así que decidimos que la versión sería un casamiento, pero todo era consensuado. Incluso fuimos a Echegaray por unos anillos, nada formal. A mí se me ocurrió hacer la fiesta para el compromiso con amigos, hasta pasé a comprar pizzas y hamburguesas, ¿tú crees que si era real daría eso de comer? Claro que no. Usamos el vestido de novia de la esposa de un amigo, a Victoria se lo amarramos con cinta de aislar para que no se le cayera y fue improvisado, renté un salón, unos amigos tocaron y listo. Ya después con los abogados dijo que había sido real para pelear la custodia”.
Victoria Ruffo hasta la fecha dice que no era broma, que aquello fue una boda real porque hasta invitó a sus familiares y no le perdonó la afrenta. Reviró sacándolo del departamento en 1994 cuando José Eduardo tenía dos años y le impidió verlo por muchos más, enroscándose en una batalla legal.
“Este tipo de cosas que hacía Eugenio eran por la inmadurez que demostraba, él mismo buscaba la manera de molestar a las mamás para que lo corrieran. No era normal la infidelidad, las bromas, los engaños, todo era un plan para provocar que no lo presionaran con los niños”, afirma Jorge Carbajal.
Con José Eduardo tuvo menos relación hasta que éste fue mayor. Cierta ocasión, que se quedó a vivir unos días en su casa, le pidió un auto, Derbez le respondió que no se lo compraba, pero le rentaba el más barato. Al poco rato le llamó su madre, Victoria Ruffo y le propuso darle una camioneta del año a cambio de que regresara a casa y dejara a su padre.
“Mi mamá dice que me da una camioneta, ¿tú que ofreces para quedarme?”, atajó a su padre en la sala de la casa. Derbez le contestó que nada y entonces subió por su maleta y lo despidió.
III
Aislinn Derbez se convirtió en madre. Luego de una relación con el actor Mauricio Ochman se divorciaron, supuestamente por una infidelidad de él, pero también acrecentada en unos celos agobiantes de ella. Todo en sí misma gira en una fuerza centrípeta y se ha metido en hacer videos de introspección y espiritualidad una vez que optó por apegarse más con su hija que en su carrera.
“Aislinn ya debería de estar en otras ligas, sobre todo porque su papá produce, pero no, ella sigue haciendo papelitos, protagonizando películas palomeras, que si no es porque fuera la hija de Derbez, no se los darían”, afirma Carbajal.
Otra estulticia que existe es Vadhir Derbez Torres, quien aunque trabajó en programas junto a su padre, como XHDRbZ y Vecinos, no ha terminado por forjar un camino. Igual amanece en México, en Los Ángeles en casa del papá o en Europa, sin trabajar en forma real.
Jorge Carbajal encuentra a Vadhir en ciertos aspectos sobresaliente: “Metas personales no tiene, pero económicamente está asegurado. Podría sacarle jugo a su imagen, es galán, jala mujeres, aunque la verdad no tiene claro qué quiere. Lo mismo le da una película que un programa o andar con el dron en redes sociales”.
Vadhir además intentó incursionar en la música con tres sencillos en 2016, que no trascendieron. En 2021 cumplió treinta años. Como Eugenio Derbez dejó ¡Anabel! a esa edad para comenzar una regia carrera exitosa, piensa que sus hijos aún están a tiempo, a pesar de que el menor, José Eduardo, demuestra serios problemas clínicos.
Así lo piensa Jorge Carbajal: “Lo corrieron del programa Hoy porque no tenía palabras ni comentarios. En una serie llamó la atención en una escena que creí actuada, pero lloró de verdad por sus pantalones, como tonto, como retraído, no fue chistoso, sino preocupante. Su madre, Victoria Ruffo, lejos de checar si estaba normal de la cabeza, dijo que es apegado a sus cosas, en realidad hablamos de un problema psicológico”.
IV
Con la perífrasis, éxito, Eugenio Derbez se instaló en Los Ángeles como morada permanente. Ahí recibe a sus hijos cuando quieren pasar temporadas largas. La mansión de su propiedad ronda los veinte millones de dólares y busca de algún modo recuperar el tiempo perdido.
Omnisciente de las causas y errores que le llevaron a entender el comportamiento de sus hijos, se inventó una comedia que documenta su viaje como familia por Marruecos con relativo éxito, De viaje con los Derbez, aunque debería ser mejor Debraye con los Derbez.
“Sus tres hijos tienen problemas que los atarantan. Hizo un proyecto para involucrar a todos y así justificar su trabajo, embarró desde la más chica a la más grande y resulta que todos son protagonistas”, relata Jorge Carbajal.
Los mismos hijos se han sorprendido del lado paternal que demuestra con Aitana, de seis años, con quien juega, tiene paciencia y se enternece, la verdadera ganadora del corazón de papá, mientras los otros tres, suspiran.
“Cuando estuvo conmigo casi no lo vi, siempre se la pasó trabajando, fueron los años en que no dormía ni comía, pensé que me iba a quedar sin papá y lloré mucho porque no paraba”, aseveró Aislinn.
Vadhir manifestó: “Con Aitana es todo lo ‘barco’ que se puede creer, le gusta estar con ella, juega y se divierte como si fuera un niño. Le pone la atención que a nosotros no”. Y José Eduardo recalcó: “Aitana raya las paredes, se ensucia y desacomoda todo y él se queda tan plácido, así no era con nosotros, se ponía más intenso y regañaba. Creo que está siendo todo el papá que no fue antes”.
Como hermanos estragados con los malos recuerdos del papá, Aislinn, Vadhir y José Eduardo han tomado caminos difusos pero análogos, son huérfanos del mismo sitio y andan buscando confirmar su vacío. Públicamente se entrevistan entre sí o sacan jugó a la historia de sus madres en un intento abrasivo por estar vigentes.
Jorge Carbajal, tiene otras versiones: “Tengo entendido que no hay buena relación, respetable sí, pero fría. Vadhir y Aislinn se llevan más o menos; el pato feo sigue siendo José Eduardo porque además es especial, tiene ínfulas de grandeza porque cree que su mamá es mejor que las de los otros dos. En general no hay relación de hermanos”.
Sólo cuando se dignan en juntarse para hacer algo, parece que se llevan bien. Ahora, Disney, por medio del padre, se ha encargado de aceptarles los proyectos, pero más por un asunto de ayudar a Derbez que por el talento de los hijos.
La palabra debraye no está incorporada al diccionario de la RAE (Real Academia Española) aunque en el caso de los Derbez aplica en un mecanismo perfecto. Debrayar es un mexicanismo que define: “quemar tiempo, divagar, hacer bobadas, no tener utilidad, gastar energías en pendejadas”, justo como ellos.

